“Los diáconos sean maridos de una sola mujer, que gobiernen bien a sus hijos y sus propias casas. Porque quienes ejercen bien el ministerio logran buena reputación y mucha confianza en lo referente a la fe que se funda en Cristo Jesús” 1Tim.3, 12-13.
Los días 10, 11 y 12 de febrero tuvo lugar, en la Casa de Espiritualidad San Juan de Ávila de la Yedra, el tradicional Retiro Espiritual de la familia diaconal de Jaén. Unos ejercicios espirituales compartidos por los diáconos ordenados y los aspirantes con sus esposas.
El encuentro dirigido por el sacerdote, D. Vicente Díaz-Pintado Moraleda, Vicario de Vida Consagrada de la Diócesis de Ciudad Real, quien se encargo de dibujarnos el hermoso camino que lleva desde el Sacramento del Matrimonio a la Vocación Diaconal y que todos nosotros estamos viviendo de una forma u otra en nuestras vidas.
“Debemos poner a Dios en el centro de nuestro matrimonio y saber encontrar a Cristo en la persona amada ya que Él se encuentra en su corazón y esto lo convierte en persona sagrada, tierra sagrada, donde el cónyuge se encuentra con Dios, porque Dios habita él”. Con reflexiones tan bellas dirigidas a lo más profundo de nuestros corazones, D. Vicente nos ha hecho comprender que para ejercer como un diácono antes tienes que ser un buen esposo, un buen padre. “Si no eres un buen esposo nunca serás un buen diácono”, ya que el diácono es testimonio del amor de Cristo en su vida familiar y en su vida ministerial, en la Iglesia.
“Dios crea al hombre porque tiene un amor tan grande que llega a desbordarse. En el matrimonio cristiano sucede igual, el amor de los esposos se prolonga en los hijos, es un amor que se desborda”. Vivimos en un mundo donde todo debe de estar calculado, programado y no nos damos cuenta que un matrimonio que no busca tener hijos es un amor que se asfixia, que está sentenciado al fracaso.
Son algunas de las reflexiones que en un ambiente de paz, oración y amistad nos han ayudado a crecer como matrimonio y como personas orientadas al servicio hacia los demás y a la Iglesia. Un momento especial fue el vivido por todos nosotros al renovar nuestras promesas matrimoniales delante del Santísimo, que nos ha permitido fortalecer el vínculo y volver a comprometernos con nuestras parejas.
Un fin de semana emotivo, lleno de alegrías, que nos permitió tener un encuentro único y personal con Cristo, y que estamos seguros nos ayudará a afrontar con otros ojos nuestras vidas cotidianas.
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